Reina Valera Gomez - Job

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Job 1
 
  1   Hubo un varón en tierra de Uz, que se llamaba Job; y este hombre era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
  2   Y le nacieron siete hijos y tres hijas.
  3   Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y este varón era el más grande de todos los orientales.
  4   E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.
  5   Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado a Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.
  6   Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satanás.
  7   Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.
  8   Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal?
  9   Y respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Teme Job a Dios de balde?
  10   ¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? El trabajo de sus manos has bendecido, y su hacienda ha crecido sobre la tierra.
  11   Mas extiende ahora tu mano, y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu rostro.
  12   Y dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.
  13   Y aconteció un día que sus hijos e hijas estaban bebiendo y comiendo en casa de su hermano el primogénito,
  14   y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,
  15   y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para traerte la noticia.
  16   Aún estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los criados, y los consumió; solamente escapé yo para traerte la noticia.
  17   Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para traerte la noticia.
  18   Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;
  19   y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, y azotó las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los jóvenes, y murieron; solamente escapé yo para traerte la noticia.
  20   Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y cayendo en tierra adoró;
  21   y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.
  22   En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

 
Job 2
 
  1   Y otro día aconteció que vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos para presentarse delante de Jehová.
  2   Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
  3   Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que aún retiene su integridad, a pesar de que tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?
  4   Y respondiendo Satanás dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.
  5   Mas extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no te maldice en tu rostro.
  6   Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.
  7   Y salió Satanás de delante de Jehová, e hirió a Job de unas llagas malignas desde la planta de su pie hasta la coronilla de su cabeza.
  8   Y tomó Job un tiesto para rascarse con él, y se sentó en medio de ceniza.
  9   Entonces su esposa le dijo: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.
  10   Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
  11   Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían concertado de venir juntos para condolerse de él y para consolarle.
  12   Y cuando alzaron los ojos desde lejos y no lo conocieron, alzaron su voz, y lloraron; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo hacia el cielo sobre sus cabezas.
  13   Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

 
Job 3
 
  1   Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.
  2   Y exclamó Job, y dijo:
  3   Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido.
  4   Sea aquel día sombrío, y no cuide de él Dios desde arriba, ni claridad sobre él resplandezca.
  5   Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; repose sobre él nublado, que lo haga horrible como día caliginoso.
  6   Ocupe la oscuridad aquella noche; no sea contada entre los días del año, ni venga en el número de los meses.
  7   ¡Oh que fuera aquella noche solitaria, que no viniera canción alguna en ella!
  8   Maldíganla los que maldicen el día, los que se aprestan para levantar su llanto.
  9   Oscurézcanse las estrellas de su alba; espere la luz, y no venga, ni vea los párpados de la mañana:
  10   Por cuanto no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió de mis ojos la miseria.
  11   ¿Por qué no morí yo en la matriz, o entregué el espíritu al salir del vientre?
  12   ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y para qué los pechos para que mamase?
  13   Pues ahora yacería yo, y reposaría; dormiría, y entonces tendría reposo,
  14   con los reyes y con los consejeros de la tierra, que edifican para sí lugares desolados;
  15   o con los príncipes que poseían el oro, que llenaban sus casas de plata.
  16   O ¿por qué no fui escondido como abortado, como los pequeñitos que nunca vieron la luz?
  17   Allí los impíos dejan de perturbar, y allí descansan los de agotadas fuerzas.
  18   Allí reposan juntos los cautivos; no oyen la voz del opresor.
  19   Allí están el chico y el grande; y el siervo es libre de su señor.
  20   ¿Para qué se da luz al trabajado, y vida al amargado de alma,
  21   que esperan la muerte, y ella no llega, aunque la buscan más que a tesoros enterrados;
  22   que se alegran sobremanera, y se gozan, cuando hallan el sepulcro?
  23   ¿ Para qué se da luz al hombre que no sabe por dónde va, y al cual Dios ha acorralado?
  24   Pues antes que mi pan viene mi suspiro; y mis gemidos corren como aguas.
  25   Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía.
  26   No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; no obstante me vino turbación.

 
Job 4
 
  1   Y respondió Elifaz el temanita, y dijo:
  2   Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero, ¿quién podrá detener las palabras?
  3   He aquí, tú enseñabas a muchos, y las manos débiles corroborabas;
  4   al que tropezaba, enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían.
  5   Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.
  6   ¿Es éste tu temor, tu confianza, tu esperanza, y la integridad de tus caminos?
  7   Recapacita ahora, ¿quién siendo inocente pereció? Y ¿en dónde los rectos fueron cortados?
  8   Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan.
  9   Perecen por el aliento de Dios, y por el soplo de su furor son consumidos.
  10   El rugido del león, y la voz del león, y los dientes de los leoncillos son quebrantados.
  11   El león viejo perece por falta de presa, y los hijos del león son dispersados.
  12   El asunto también me era a mí oculto; mas mi oído ha percibido algo de ello.
  13   En imaginaciones de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres,
  14   me sobrevino un espanto y un temblor, que estremeció todos mis huesos;
  15   y un espíritu pasó por delante de mí, que hizo se erizara el pelo de mi carne.
  16   Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:
  17   ¿Será el mortal más justo que Dios? ¿Será el hombre más puro que su Hacedor?
  18   He aquí que en sus siervos no confía, y notó necedad en sus ángeles;
  19   ¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro, cuyo fundamento está en el polvo, y que serán quebrantados por la polilla!
  20   De la mañana a la tarde son destruidos, y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.
  21   Su hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos? Mueren, aun sin sabiduría.

 
Job 5
 
  1   Ahora, pues, da voces, si habrá quien te responda; ¿Y a cuál de los santos te volverás?
  2   Es cierto que al necio lo mata la ira, y al codicioso lo consume la envidia.
  3   Yo he visto al necio que echaba raíces, y en la misma hora maldije su habitación.
  4   Sus hijos están lejos de la seguridad, en la puerta son quebrantados, y no hay quien los libre.
  5   Su mies comen los hambrientos, y la sacan de entre los espinos, y el atracador devora su hacienda.
  6   Porque la aflicción no sale del polvo, ni la molestia brota de la tierra.
  7   Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción.
  8   Ciertamente yo buscaría a Dios, y encomendaría a Él mi causa:
  9   El cual hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número.
  10   Que da la lluvia sobre la faz de la tierra, y envía las aguas sobre los campos:
  11   Que pone a los humildes en altura, y a los enlutados levanta a seguridad;
  12   que frustra los pensamientos de los astutos, para que sus manos no hagan nada;
  13   que prende a los sabios en la astucia de ellos, y entontece el consejo de los perversos;
  14   De día tropiezan con las tinieblas, y a mediodía andan a tientas como de noche.
  15   Mas Él libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos, y de la mano violenta;
  16   por tanto, el menesteroso tiene esperanza, y la iniquidad cierra su boca.
  17   He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
  18   Porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará: Él hiere, y sus manos curan.
  19   En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal.
  20   En el hambre te redimirá de la muerte, y en la guerra, del poder de la espada.
  21   Del azote de la lengua serás encubierto; no temerás de la destrucción cuando viniere.
  22   De la destrucción y del hambre te reirás, y no temerás de las fieras del campo:
  23   Pues aun con las piedras del campo tendrás alianza, y las fieras del campo tendrán paz contigo.
  24   Y sabrás que hay paz en tu tienda; y visitarás tu morada, y no pecarás.
  25   Asimismo echarás de ver que tu descendencia será numerosa, y tu prole como la hierba de la tierra.
  26   Vendrás en la vejez a tu sepultura, como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo.
  27   He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así: Óyelo, y conócelo tú para tu bien.

 
Job 6
 
  1   Y respondió Job y dijo:
  2   ¡Oh, que pudiesen pesar justamente mi sufrimiento, y lo pusiesen en balanza junto con mi calamidad!
  3   Porque pesarían ahora más que la arena del mar; por tanto, mis palabras han sido precipitadas.
  4   Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu; y terrores de Dios me combaten.
  5   ¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto?
  6   ¿Se comerá lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo?
  7   Las cosas que mi alma no quería tocar, son ahora mi triste alimento.
  8   ¡Quién me diera que viniese mi petición, y que me otorgase Dios lo que anhelo;
  9   y que agradara a Dios destruirme; que desatara su mano, y acabara conmigo!
  10   Y sería aún mi consuelo, si me asaltase con dolor sin dar más tregua, que yo no he escondido las palabras del Santo.
  11   ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para prolongar mi vida?
  12   ¿ Es mi fuerza la de las piedras, o es mi carne de bronce?
  13   ¿No me ayudo a mí mismo, y el poder me falta del todo?
  14   El atribulado ha de ser consolado por su compañero; mas se ha abandonado el temor del Omnipotente.
  15   Mis hermanos han sido traicioneros cual arroyo; pasan como corrientes impetuosas,
  16   que están escondidas por la helada, y encubiertas con nieve;
  17   que al tiempo del calor son deshechas, y al calentarse, desaparecen de su lugar;
  18   se apartan de la senda de su rumbo, van menguando y se pierden.
  19   Miraron los caminantes de Tema, los caminantes de Seba esperaron en ellas;
  20   Pero fueron avergonzados por su esperanza; porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.
  21   Ahora ciertamente como ellas sois vosotros; pues habéis visto mi infortunio, y teméis.
  22   ¿Acaso yo os he dicho: Traedme, y pagad por mí de vuestra hacienda;
  23   libradme de la mano del opresor, y redimidme del poder de los violentos?
  24   Enseñadme, y yo callaré; y hacedme entender en qué he errado.
  25   ¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Pero, ¿qué reprende vuestra censura?
  26   ¿Pensáis censurar las palabras, y los discursos de un desesperado, que son como el viento?
  27   También os arrojáis sobre el huérfano, y caváis un hoyo para vuestro amigo.
  28   Ahora, pues, si queréis, miradme, y ved si miento delante de vosotros.
  29   Tornad ahora, y no haya iniquidad; volved aún a considerar mi justicia en esto.
  30   ¿Hay iniquidad en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir las cosas depravadas?

 
Job 7
 
  1   ¿Acaso no hay un tiempo determinado para el hombre sobre la tierra? ¿ No son sus días como los días del jornalero?
  2   Como el siervo anhela la sombra, y como el jornalero espera la paga de su trabajo,
  3   así he tenido que poseer meses de vanidad, y noches de congoja me fueron asignadas.
  4   Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré, y se acabará la noche? Y estoy lleno de devaneos hasta el alba.
  5   Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; mi piel hendida y abominable.
  6   Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza.
  7   Acuérdate que mi vida es un soplo, y que mis ojos no volverán a ver el bien.
  8   Los ojos de los que me ven, no me verán más; fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser.
  9   Como la nube se desvanece, y se va; así el que desciende al sepulcro ya no subirá;
  10   No volverá más a su casa, ni su lugar le conocerá más.
  11   Por tanto yo no refrenaré mi boca; hablaré en la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.
  12   ¿ Soy yo el mar, o ballena, para que me pongas guarda?
  13   Cuando digo: Me consolará mi cama, mi lecho atenuará mis quejas;
  14   Entonces me aterras con sueños, y me turbas con visiones.
  15   Y así mi alma tuvo por mejor el estrangulamiento y la muerte, más que la vida.
  16   Desvanezco; no he de vivir para siempre; déjame, pues mis días son vanidad.
  17   ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón,
  18   y lo visites todas las mañanas, y a cada momento lo pruebes?
  19   ¿Hasta cuándo no te apartarás de mí, y no me soltarás ni siquiera para que trague mi saliva?
  20   Pequé, ¿qué te hago yo, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto como blanco tuyo, de modo que soy una carga para mí mismo?
  21   ¿Y por qué no perdonas mi rebelión, y quitas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no estaré.

 
Job 8
 
  1   Y respondió Bildad suhita, y dijo:
  2   ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, y las palabras de tu boca serán como un viento impetuoso?
  3   ¿Acaso pervertirá Dios el derecho, o el Todopoderoso pervertirá la justicia?
  4   Si tus hijos pecaron contra Él, Él los echó en el lugar de su pecado.
  5   Si tú de mañana buscares a Dios, y suplicares al Todopoderoso;
  6   Si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu justicia.
  7   Aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrimería será muy grande.
  8   Porque pregunta ahora a la edad pasada, y disponte a inquirir de los padres de ellos;
  9   porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.
  10   ¿No te enseñarán ellos, te hablarán, y de su corazón sacarán palabras?
  11   ¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua?
  12   Aun en su verdor, y sin ser cortado, se seca antes que toda hierba.
  13   Tales son los caminos de todos los que se olvidan de Dios; y la esperanza del impío perecerá:
  14   Porque su esperanza será cortada, y aquello en que confía será tela de araña.
  15   Se apoyará él sobre su casa, mas no permanecerá; se asirá de ella, mas no resistirá.
  16   A manera de un árbol, está verde delante del sol, y sus renuevos salen sobre su huerto;
  17   Sus raíces se entretejen junto a una fuente, y se enlazan hasta un lugar pedregoso.
  18   Si le arrancaren de su lugar, éste le negará entonces, diciendo: Nunca te vi.
  19   He aquí éste es el gozo de su camino; y de la tierra brotarán otros.
  20   He aquí, Dios no desechará al perfecto, ni tampoco ayudará a los malhechores.
  21   Aún llenará tu boca de risa, y tus labios de júbilo.
  22   Los que te aborrecen, serán vestidos de vergüenza; y la habitación de los impíos perecerá.

 
Job 9
 
  1   Y respondió Job, y dijo:
  2   Ciertamente yo conozco que es así: ¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?
  3   Si quisiere contender con Él, no le podrá responder a una cosa de mil.
  4   Él es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza, ¿Quién se endureció contra Él, y le fue bien?
  5   Él remueve las montañas con su furor, y ellas no saben quién las trastornó.
  6   Él sacude la tierra de su lugar, y hace temblar sus columnas:
  7   Él manda al sol, y no sale; y pone sello a las estrellas:
  8   Él solo extiende los cielos, y anda sobre las olas del mar:
  9   Él hizo la Osa Mayor, el Orión y las Pléyades; y los lugares secretos del sur.
  10   Él hace cosas grandes e inescrutables; y maravillas, sin número.
  11   He aquí que Él pasará delante de mí, y yo no lo veré; y pasará, y no lo percibiré.
  12   He aquí, arrebatará; ¿quién se lo impedirá? ¿Quién le dirá: Qué haces?
  13   Si Dios no retira su ira, los ayudadores soberbios serán abatidos debajo de Él.
  14   ¿Cuánto menos le responderé yo, y hablaré con Él palabras escogidas?
  15   Aunque fuese yo justo, no respondería; antes habría de rogar a mi Juez.
  16   Que si yo le invocara, y Él me respondiese, aún no creeré que haya escuchado mi voz.
  17   Porque me ha quebrantado con tempestad, y sin causa ha aumentado mis heridas.
  18   No me ha concedido que tome aliento, sino que me ha llenado de amarguras.
  19   Si yo hablare de poder, he aquí Él es poderoso; si de juicio, ¿quién me emplazará?
  20   Si yo me justificare, me condenaría mi boca; si me dijere perfecto, esto me haría inicuo.
  21   Bien que yo fuese íntegro, no conocería mi alma: Despreciaría mi vida.
  22   Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío Él los consume.
  23   Si el azote mata de repente, se ríe del sufrimiento de los inocentes.
  24   La tierra es entregada en manos de los impíos, y Él cubre el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién es? ¿Dónde está?
  25   Mis días son más ligeros que un correo; Huyen, y no ven el bien.
  26   Pasan cual naves veloces: Como el águila que se lanza sobre su presa.
  27   Si digo: Olvidaré mi queja, dejaré mi triste semblante y me esforzaré;
  28   entonces me turban todos mis dolores; sé que no me tendrás por inocente.
  29   Si soy impío, ¿Para qué, pues, trabajaré en vano?
  30   Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con la limpieza misma,
  31   aún me hundirás en el hoyo, y mis propias vestiduras me abominarán.
  32   Porque Él no es hombre igual que yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio.
  33   Ni hay entre nosotros árbitro, que ponga su mano sobre ambos.
  34   Quite de sobre mí su vara, y su terror no me espante.
  35   Entonces yo hablaría, y no le temería; mas no es así conmigo.

 
Job 10
 
  1   Mi alma está hastiada de mi vida: Daré yo rienda suelta a mi queja sobre mí, hablaré en la amargura de mi alma.
  2   Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué contiendes conmigo.
  3   ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
  4   ¿Acaso tienes tú ojos de carne? ¿Ves tú como ve el hombre?
  5   ¿ Son tus días como los días del hombre, o tus años como los tiempos humanos,
  6   para que inquieras mi iniquidad, y busques mi pecado?
  7   Tú sabes que no soy impío, y que no hay quien libre de tu mano.
  8   Tus manos me hicieron y me formaron, ¿y luego te vuelves y me deshaces?
  9   Acuérdate ahora que como a barro me diste forma: ¿Y en polvo me has de tornar?
  10   ¿No me vaciaste como leche, y como queso me cuajaste?
  11   Me vestiste de piel y carne, y me rodeaste de huesos y nervios.
  12   Vida y misericordia me concediste, y tu cuidado guardó mi espíritu.
  13   Estas cosas has guardado en tu corazón; yo sé que están cerca de ti.
  14   Si peco, tú me observas, y no me tienes por limpio de mi iniquidad.
  15   Si fuere malo, ¡ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza. Estoy hastiado de afrenta, por tanto, mira tú mi aflicción.
  16   Si levanto mi cabeza, me cazas como a león, y vuelves a mostrarte maravilloso sobre mí.
  17   Renuevas contra mí tus pruebas, y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo.
  18   ¿Por qué me sacaste de la matriz? Hubiera yo entregado el espíritu, y ningún ojo me habría visto.
  19   Fuera como si nunca hubiera existido, llevado del vientre a la sepultura.
  20   ¿No son pocos mis días? Cesa, pues, y déjame, para que me conforte un poco.
  21   Antes que vaya para no volver, a la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;
  22   Tierra de oscuridad, lóbrega como sombra de muerte, sin orden, donde la luz es como la oscuridad misma.

 
Job 11
 
  1   Y respondió Zofar naamatita, y dijo:
  2   ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre que habla mucho será justificado?
  3   ¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?
  4   Tú dices: Mi doctrina es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos.
  5   Mas ¡oh quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contra ti,
  6   y que te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
  7   Si escudriñas, ¿podrás entender a Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?
  8   Es más alta que los cielos: ¿qué harás? Es más profunda que el infierno: ¿cómo la conocerás?
  9   Su dimensión es más extensa que la tierra, y más ancha que el mar.
  10   Si Él corta, o aprisiona, o si congrega, ¿quién podrá contrarrestarle?
  11   Porque Él conoce a los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
  12   El hombre vano se hará entendido, aunque nazca como el pollino del asno montés.
  13   Si tú apercibieres tu corazón, y extendieres a Él tus manos;
  14   si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;
  15   entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y no temerás;
  16   y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron;
  17   y tu existencia será más clara que el mediodía; Resplandecerás, y serás como la mañana;
  18   estarás confiado, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro.
  19   Te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos implorarán tu favor.
  20   Pero los ojos de los malos se consumirán, y no tendrán refugio; y su esperanza será como el dar el último suspiro.

 
Job 12
 
  1   Y respondió Job, y dijo:
  2   Ciertamente vosotros sois el pueblo; y con vosotros morirá la sabiduría.
  3   También tengo yo entendimiento como vosotros; no soy yo menos que vosotros: ¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
  4   Yo soy uno de quien su amigo se mofa, que invoca a Dios, y Él le responde; con todo, el justo y perfecto es escarnecido.
  5   Aquel cuyos pies van a resbalar, es como una lámpara despreciada de aquel que está a sus anchas.
  6   Prosperan las tiendas de los ladrones, y los que provocan a Dios viven seguros; en cuyas manos Él ha puesto cuanto tienen.
  7   Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán;
  8   o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar también te lo declararán.
  9   ¿Qué cosa de todas éstas no entiende que la mano de Jehová la hizo?
  10   En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo ser humano.
  11   ¿No distingue el oído las palabras, y el paladar prueba la comida?
  12   En los ancianos está la sabiduría, y en la largura de días la inteligencia.
  13   Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; suyo es el consejo y la inteligencia.
  14   He aquí, Él derriba, y no será reedificado; Encierra al hombre, y no habrá quien le abra.
  15   He aquí, Él detiene las aguas, y todo se seca; Las envía, y destruyen la tierra.
  16   Con Él está la fortaleza y la sabiduría; Suyo es el que yerra, y el que hace errar.
  17   Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces.
  18   Él suelta las ataduras de los reyes, y les ata un cinto a sus lomos.
  19   Él lleva despojados a los príncipes, y trastorna a los poderosos.
  20   Él priva del habla al que dice verdad, y quita a los ancianos el consejo.
  21   Él derrama menosprecio sobre los príncipes, y debilita la fuerza de los poderosos.
  22   Él descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a luz la sombra de muerte.
  23   Él multiplica las naciones, y Él las destruye: Él esparce a las naciones, y las vuelve a reunir.
  24   Él quita el entendimiento de los jefes del pueblo de la tierra, y les hace vagar por desierto donde no hay camino:
  25   Van a tientas, como en tinieblas y sin luz, y los hace errar como borrachos.

 
Job 13
 
  1   He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos.
  2   Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; no soy menos que vosotros.
  3   Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y querría razonar con Dios.
  4   Porque ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; todos vosotros sois médicos nulos.
  5   ¡Oh que callarais del todo! Y os sería sabiduría.
  6   Oíd ahora mi razonamiento, y estad atentos a los argumentos de mis labios.
  7   ¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por Él engaño?
  8   ¿Haréis acepción de su persona? ¿Contenderéis vosotros por Dios?
  9   ¿Sería bueno que Él os escudriñase? ¿Os burlaréis de Él como quien se burla de algún hombre?
  10   Él os reprochará de seguro, si solapadamente hacéis acepción de personas.
  11   ¿No debiera espantaros su majestad, y caer su pavor sobre vosotros?
  12   Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de barro.
  13   Callaos, dejadme y hablaré yo, y que venga sobre mí lo que viniere.
  14   ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi mano?
  15   He aquí, aunque Él me matare, en Él esperaré; pero sostendré delante de Él mis caminos.
  16   Y Él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el hipócrita.
  17   Oíd con atención mi razonamiento, y mi declaración con vuestros oídos.
  18   He aquí ahora, yo he preparado mi causa, y sé que seré justificado.
  19   ¿Quién es el que contenderá conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría.
  20   A lo menos dos cosas no hagas conmigo; entonces no me esconderé de tu rostro.
  21   Aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror.
  22   Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú.
  23   ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi transgresión y mi pecado.
  24   ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo?
  25   ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una paja seca has de perseguir?
  26   ¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de los pecados de mi juventud?
  27   Pones además mis pies en el cepo, y vigilas todos mis caminos, imprimes marcas en las plantas de mis pies.
  28   Y el cuerpo mío se va gastando como de carcoma, como vestido que es comido de polilla.

 
Job 14
 
  1   El hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores.
  2   Que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece.
  3   ¿Y sobre éste abres tus ojos, y me traes a juicio contigo?
  4   ¿Quién podrá sacar algo limpio de lo inmundo? ¡Nadie!
  5   Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti: Tú le pusiste límites, los cuales no pasará.
  6   Apártate de él, y que descanse hasta que, cual jornalero, haya cumplido su día.
  7   Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán.
  8   Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo,
  9   al percibir el agua reverdecerá, y echará renuevos como planta nueva.
  10   Pero el hombre muere, y es cortado; Perece el hombre, ¿y dónde está él?
  11   Como las aguas se van del mar, y el río se agota y se seca.
  12   Así el hombre yace, y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo no despertarán, ni se levantarán de su sueño.
  13   ¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
  14   Si el hombre muriere, ¿ volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi transformación.
  15   Tú llamarás, y te responderé yo; tendrás placer en la obra de tus manos.
  16   Pero ahora me cuentas los pasos, y no das tregua a mi pecado.
  17   Sellada está en saco mi transgresión, y tienes cosida mi iniquidad.
  18   Y ciertamente el monte que cae se deshace, y las peñas son traspasadas de su lugar;
  19   Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre.
  20   Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y lo despedirás.
  21   Sus hijos alcanzan honor, y él no lo sabe; o son humillados, y no entiende de ellos.
  22   Mas su carne sobre él se dolerá, y se entristecerá en él su alma.

 
Job 15
 
  1   Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:
  2   ¿Proferirá el sabio vana sabiduría, y llenará su vientre de viento solano?
  3   ¿Disputará con palabras inútiles, y con razones sin provecho?
  4   Tú también disipas el temor, y menosprecias la oración delante de Dios.
  5   Porque tu boca declaró tu iniquidad, pues has escogido el hablar de los astutos.
  6   Tu boca te condenará, y no yo; y tus labios testificarán contra ti.
  7   ¿Naciste tú primero que Adán? ¿O fuiste formado antes que los collados?
  8   ¿Oíste tú el secreto de Dios, que detienes en ti solo la sabiduría?
  9   ¿Qué sabes tú que no sepamos? ¿ Qué entiendes que no se halle en nosotros?
  10   Entre nosotros también hay cabezas canas y hombres viejos, mucho más ancianos que tu padre.
  11   ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?
  12   ¿Por qué te aleja tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,
  13   para que vuelvas tu espíritu contra Dios, y saques tales palabras de tu boca?
  14   ¿Qué es el hombre para que sea limpio, y el nacido de mujer, para que sea justo?
  15   He aquí que en sus santos no confía, y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos:
  16   ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?
  17   Escúchame; yo te mostraré, y te contaré lo que he visto;
  18   Lo que los sabios nos contaron de sus padres, y no lo encubrieron;
  19   A los cuales solamente fue dada la tierra, y no pasó extraño por medio de ellos;
  20   Todos sus días, el impío es atormentado de dolor, y el número de años es escondido al violento.
  21   Estruendos espantosos hay en sus oídos; en la prosperidad el destructor vendrá sobre él.
  22   Él no creerá que ha de volver de las tinieblas, y descubierto está para la espada.
  23   Vaga alrededor tras del pan, diciendo: ¿Dónde está? Sabe que le está preparado día de tinieblas, a la mano.
  24   Tribulación y angustia le aterrarán, y se esforzarán contra él como un rey dispuesto para la batalla.
  25   Por cuanto él extendió su mano contra Dios, y se ensoberbeció contra el Todopoderoso,
  26   Él le acometerá en la cerviz, en lo grueso de las hombreras de sus escudos:
  27   Porque cubrió su rostro con su gordura, e hizo pliegues sobre sus ijares;
  28   Y habitó las ciudades asoladas, las casas inhabitadas, que estaban puestas en ruinas.
  29   No se enriquecerá, ni sus bienes perdurarán, ni extenderá por la tierra su hermosura.
  30   No escapará de las tinieblas; la llama secará sus ramas, y con el aliento de su boca perecerá.
  31   No confíe el iluso en la vanidad; porque ella será su recompensa.
  32   Él será cortado antes de su tiempo, y sus renuevos no reverdecerán.
  33   Él perderá su agraz como la vid, y derramará su flor como el olivo.
  34   Porque la congregación de los hipócritas será asolada, y fuego consumirá las tiendas de soborno.
  35   Conciben maldad, y dan a luz iniquidad; y sus entrañas traman engaño.

 
Job 16
 
  1   Entonces respondió Job, y dijo:
  2   Muchas veces he oído cosas como éstas: Consoladores molestos sois todos vosotros.
  3   ¿Tendrán fin las palabras vanas? O ¿qué te anima a responder?
  4   También yo hablaría como vosotros. Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía, yo podría hilvanar palabras contra vosotros, y sobre vosotros movería mi cabeza.
  5   Mas yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro.
  6   Si hablo, mi dolor no cesa; y si dejo de hablar, no se aparta de mí.
  7   Pero ahora me ha fatigado: Has tú asolado toda mi compañía.
  8   Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura, que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.
  9   Su furor me despedazó, y me ha sido contrario: Crujió sus dientes contra mí; contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.
  10   Abrieron contra mí su boca; hirieron mis mejillas con afrenta; contra mí se juntaron todos.
  11   Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo estremecer.
  12   Próspero estaba, y me desmenuzó; y me arrebató por la cerviz y me despedazó, y me puso por blanco suyo.
  13   Me rodearon sus arqueros, partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra.
  14   Me quebrantó de quebranto sobre quebranto; corrió contra mí como un gigante.
  15   Yo cosí cilicio sobre mi piel, y hundí mi cabeza en el polvo.
  16   Mi rostro está hinchado con el lloro, y mis párpados entenebrecidos:
  17   A pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura.
  18   ¡Oh tierra! no cubras mi sangre, y no haya lugar a mi clamor.
  19   Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, y mi testimonio en las alturas.
  20   Mis amigos me escarnecen; mis ojos derramarán lágrimas ante Dios.
  21   ¡Oh que alguien intercediera por el hombre ante Dios, como el hombre intercede por su prójimo!
  22   Mas los años contados vendrán, y yo iré por el camino de donde no volveré.

 
Job 17
 
  1   Mi aliento está corrompido, mis días se extinguen, y me está preparado el sepulcro.
  2   No hay conmigo sino escarnecedores, en cuya amargura se detienen mis ojos.
  3   Determina ahora, dame fianza para contigo: ¿Quién es aquél que querría ser mi fiador?
  4   Porque has escondido de su corazón la inteligencia; por tanto, no los exaltarás.
  5   El que habla lisonjas a sus amigos, aun los ojos de sus hijos desfallecerán.
  6   Él me ha puesto por refrán de pueblos, y delante de ellos he sido como tamboril.
  7   Y mis ojos se oscurecieron por causa del dolor, y mis pensamientos todos son como sombra.
  8   Los rectos se maravillarán de esto, y el inocente se levantará contra el hipócrita.
  9   No obstante, proseguirá el justo su camino, y el limpio de manos aumentará la fuerza.
  10   Mas volved todos vosotros, y venid ahora, pues no hallo sabio entre vosotros.
  11   Pasaron mis días, fueron deshechos mis planes, los designios de mi corazón.
  12   Pusieron la noche por día, y la luz se acorta delante de las tinieblas.
  13   Si yo espero, el sepulcro es mi casa: Haré mi cama en las tinieblas.
  14   A la corrupción he dicho: Mi padre eres tú; a los gusanos: Mi madre y mi hermana.
  15   ¿Dónde está ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá?
  16   Ellos descenderán a la profundidad de la fosa, cuando nosotros descansaremos juntos en el polvo.

 
Job 18
 
  1   Entonces respondió Bildad suhita, y dijo:
  2   ¿Cuándo pondréis fin a las palabras? Entended, y después hablemos.
  3   ¿Por qué somos tenidos por bestias, y a vuestros ojos somos viles?
  4   Oh tú, que te despedazas con tu furor, ¿Será abandonada la tierra por tu causa, y serán traspasadas de su lugar las peñas?
  5   Ciertamente la luz de los impíos será apagada, y no resplandecerá la centella de su fuego.
  6   La luz se oscurecerá en su tienda, y se apagará sobre él su lámpara.
  7   Los pasos de su vigor serán acortados, y lo precipitará su propio consejo.
  8   Porque red será echada a sus pies, y sobre mallas andará.
  9   Lazo prenderá su calcañar; se afirmará la trampa contra él.
  10   Su cuerda está escondida en la tierra, y hay una trampa para él en la senda.
  11   De todas partes lo asombrarán temores, y le harán huir desconcertado.
  12   Su fuerza será azotada por el hambre, y a su lado estará preparado quebrantamiento.
  13   El primogénito de la muerte devorará la fuerza de su piel, y devorará sus miembros.
  14   Su confianza será arrancada de su tienda, y le conducirá esto, al rey de los espantos.
  15   En su tienda morará como si no fuese suya; piedra azufre será esparcida sobre su morada.
  16   Abajo se secarán sus raíces, y arriba serán cortadas sus ramas.
  17   Su memoria perecerá de la tierra, y no tendrá nombre por las calles.
  18   De la luz será lanzado a las tinieblas, y echado fuera del mundo.
  19   No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas.
  20   Los que vengan a él, ese día se espantarán, como fueron espantados los que vinieron antes.
  21   Ciertamente tales son las moradas del impío, Y éste será el lugar del que no conoció a Dios.

 
Job 19
 
  1   Entonces respondió Job, y dijo:
  2   ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, y me moleréis con palabras?
  3   Ya me habéis vituperado diez veces: ¿No os avergonzáis de injuriarme?
  4   Y si en verdad he errado, conmigo se quedará mi error.
  5   Mas si vosotros os engrandecéis contra mí, y contra mí invocáis mi oprobio,
  6   sabed ahora que Dios me ha derribado, y me ha envuelto en su red.
  7   He aquí yo clamo agravio, y no soy oído; doy voces, y no hay juicio.
  8   Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; y sobre mis veredas puso tinieblas.
  9   Me ha despojado de mi gloria, y ha quitado la corona de mi cabeza.
  10   Me arruinó por todos lados, y perezco; y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
  11   También encendió contra mí su furor, y me contó para sí entre sus enemigos.
  12   Vinieron sus ejércitos a una, y atrincheraron contra mí su camino, y acamparon en derredor de mi tienda.
  13   Hizo alejar de mí a mis hermanos, y del todo se extrañaron de mí mis conocidos.
  14   Mis parientes se detuvieron, y mis conocidos se olvidaron de mí.
  15   Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo a sus ojos.
  16   Llamé a mi siervo, y no respondió; de mi propia boca le suplicaba.
  17   Mi aliento vino a ser extraño a mi esposa, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
  18   Aun los muchachos me menospreciaron; al levantarme, hablaban contra mí.
  19   Todos mis amigos íntimos me aborrecieron; y los que yo amaba, se volvieron contra mí.
  20   Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos; y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
  21   Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí, porque la mano de Dios me ha tocado.
  22   ¿Por qué me perseguís como Dios, y no os hartáis de mi carne?
  23   ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro!
  24   ¡Que con cincel de hierro y con plomo fuesen en piedra esculpidas para siempre!
  25   Yo sé que mi Redentor vive, y en el día final se levantará sobre la tierra;
  26   y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios;
  27   Al cual he de ver por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mis entrañas se consuman dentro de mí.
  28   Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos? Ya que la raíz del asunto se halla en mí.
  29   Temed vosotros delante de la espada; porque la ira trae el castigo de la espada, para que sepáis que hay un juicio.

 
Job 20
 
  1   Respondió entonces Zofar el naamatita, y dijo:
  2   Por cierto mis pensamientos me hacen responder, y por tanto me apresuro.
  3   La reprensión de mi censura he oído, y me hace responder el espíritu de mi inteligencia.
  4   ¿ No sabes esto, que desde la antigüedad, desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra;
  5   que la alegría de los impíos es breve, y el gozo del hipócrita sólo por un momento?
  6   Aunque subiere su altivez hasta el cielo, y su cabeza tocare en las nubes,
  7   como su estiércol perecerá para siempre; los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?
  8   Como sueño volará, y no será hallado; y se disipará como visión nocturna.
  9   El ojo que le vio, nunca más le verá; ni su lugar le contemplará ya más.
  10   Sus hijos buscarán el favor de los pobres; y sus manos devolverán lo que él robó.
  11   Sus huesos están llenos del pecado de su juventud, yacerán con él en el polvo.
  12   Si el mal se endulzó en su boca, si lo ocultaba debajo de su lengua;
  13   si le parecía bien, y no lo dejaba, sino que lo detenía en su paladar;
  14   su comida se mudará en sus entrañas, hiel de áspides será dentro de él.
  15   Devoró riquezas, mas las vomitará; de su vientre las sacará Dios.
  16   Veneno de áspides chupará; lo matará lengua de víbora.
  17   No verá los arroyos, los ríos, los torrentes de miel y de leche.
  18   Restituirá el trabajo conforme a los bienes que tomó; según su sustancia será la restitución, y no se gozará en ello.
  19   Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres, y robó casas que él no edificó.
  20   Por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, ni salvará nada de lo que codiciaba.
  21   No quedó nada que no comiese; por tanto, su bien no será duradero.
  22   En la plenitud de su prosperidad, tendrá estrechez; la mano de todos los malvados vendrá sobre él.
  23   Cuando se pusiere a llenar su vientre, Dios enviará sobre él el furor de su ira, y la hará llover sobre él y sobre su comida.
  24   Huirá de las armas de hierro, pero el arco de acero le atravesará.
  25   Saldrá la saeta por su espalda, relumbrante saldrá por su hiel; sobre él vendrán terrores.
  26   Todas las tinieblas estarán guardadas en sus lugares secretos; fuego no atizado lo devorará, y consumirá al que quede en su tienda.
  27   Los cielos descubrirán su iniquidad, y la tierra se levantará contra él.
  28   Los frutos de su casa serán trasportados; serán esparcidos en el día de su furor.
  29   Ésta es la porción de Dios para el hombre impío, y la herencia que Dios le ha señalado.

 
Job 21
 
  1   Y respondió Job, y dijo:
  2   Oíd atentamente mi palabra, y sea esto vuestra consolación.
  3   Soportadme, y yo hablaré; y después que hubiere hablado, escarneced.
  4   ¿Acaso me quejo yo ante algún hombre? ¿Y por qué no se ha de angustiar mi espíritu?
  5   Miradme, y espantaos, y poned la mano sobre la boca.
  6   Aun cuando me acuerdo, me asombro, y el estremecimiento se apodera de mi carne.
  7   ¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aun crecen en riquezas?
  8   Su simiente es establecida delante de ellos; y sus renuevos delante de sus ojos.
  9   Sus casas están libres de temor, y no hay azote de Dios sobre ellos.
  10   Sus toros engendran, y no fallan; paren sus vacas, y no malogran su cría.
  11   Sus pequeños salen como manada, y sus hijos van danzando.
  12   Toman el pandero y el arpa, y se regocijan al son de la flauta.
  13   Pasan sus días en prosperidad, y en un momento descienden a la sepultura.
  14   Dicen, pues, a Dios: Apártate de nosotros, pues no queremos el conocimiento de tus caminos.
  15   ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a Él?
  16   He aquí que su bien no está en manos de ellos: El consejo de los impíos lejos esté de mí.
  17   ¡Oh cuántas veces la lámpara de los impíos es apagada, y viene sobre ellos su quebranto, y Dios en su ira les reparte dolores!
  18   Serán como la paja delante del viento, y como el tamo que arrebata el torbellino.
  19   Dios guardará la iniquidad para los hijos de ellos: Él le dará su pago, para que conozca.
  20   Verán sus ojos su quebranto, y beberá de la ira del Todopoderoso.
  21   Porque ¿qué deleite tendrá él de su casa después de sí, siendo cortado el número de sus meses?
  22   ¿Enseñará alguien a Dios sabiduría, juzgando Él a los que están encumbrados?
  23   Éste morirá en el vigor de su hermosura, todo quieto y pacífico.
  24   Sus colodras están llenas de leche, y sus huesos serán regados de tuétano.
  25   Y este otro morirá en amargura de ánimo, y sin haber comido jamás con gusto.
  26   Igualmente yacerán ellos en el polvo, y gusanos los cubrirán.
  27   He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y las imaginaciones que contra mí forjáis.
  28   Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe, y qué de la tienda de las moradas de los impíos?
  29   ¿No habéis preguntado a los que pasan por los caminos, y no habéis conocido sus señalamientos,
  30   que el malo es reservado para el día de la destrucción? Presentados serán en el día de la ira.
  31   ¿Quién le denunciará en su cara su camino? Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?
  32   Porque será llevado al sepulcro, y en su tumba permanecerá.
  33   Los terrones del valle le serán dulces; y tras de él será llevado todo hombre, y antes de él han ido innumerables.
  34   ¿Cómo, pues, me consoláis en vano, viniendo a parar vuestras respuestas en falacia?

 
Job 22
 
  1   Y respondió Elifaz temanita, y dijo:
  2   ¿Traerá el hombre provecho a Dios, podrá el sabio ser de provecho a sí mismo?
  3   ¿Tiene contentamiento el Omnipotente en que tú seas justo, gana algo con que tú hagas perfectos tus caminos?
  4   ¿Te castigará acaso, o vendrá contigo a juicio porque te teme?
  5   ¿Acaso no será grande tu maldad, y tus iniquidades sin fin?
  6   Porque tomaste prenda de tus hermanos sin causa, y despojaste de sus ropas al desnudo.
  7   No diste de beber agua al cansado, y detuviste el pan al hambriento.
  8   Pero el hombre pudiente tuvo la tierra; y habitó en ella el distinguido.
  9   A las viudas enviaste vacías, y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.
  10   Por tanto hay lazos alrededor de ti, y te turba espanto repentino;
  11   o tinieblas, para que no veas; y abundancia de agua te cubre.
  12   ¿No está Dios en la altura de los cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.
  13   ¿Y dirás tú: Qué sabe Dios? ¿Puede Él juzgar a través de la densa oscuridad?
  14   Las densas nubes le cubren, y no ve; y por el circuito del cielo se pasea.
  15   ¿Quieres tú guardar la senda antigua, que pisaron los hombres perversos?
  16   Los cuales fueron cortados antes de tiempo, cuyo fundamento fue como un río derramado:
  17   Que decían a Dios: Apártate de nosotros. ¿Y qué les había hecho el Omnipotente?
  18   Les había colmado de bienes sus casas. Lejos sea de mí el consejo de los impíos.
  19   Verán los justos y se gozarán; y el inocente los escarnecerá, diciendo:
  20   Ciertamente nuestra sustancia no ha sido cortada, mas el fuego ha consumido lo que quedó de ellos.
  21   Amístate ahora con Él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.
  22   Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón.
  23   Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción;
  24   Y tendrás más oro que tierra, y como piedras de arroyos oro de Ofir;
  25   y el Todopoderoso será tu defensa, y tendrás plata en abundancia.
  26   Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro.
  27   Orarás a Él, y Él te oirá; y tú pagarás tus votos.
  28   Determinarás asimismo una cosa, y te será firme; y sobre tus caminos resplandecerá la luz.
  29   Cuando fueren abatidos, dirás tú: Ensalzamiento habrá; y Dios salvará al humilde de ojos.
  30   Él libertará la isla del inocente; y por la pureza de tus manos será librada.

 
Job 23
 
  1   Y respondió Job, y dijo:
  2   Hoy también hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido.
  3   ¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla.
  4   Expondría mi causa delante de Él, y llenaría mi boca de argumentos.
  5   Yo sabría las palabras que Él me respondiera, y entendería lo que Él me dijera.
  6   ¿Contendería conmigo con su gran fuerza? No; antes Él pondría fuerza en mí.
  7   Allí el justo razonaría con Él, y yo sería liberado para siempre de mi Juez.
  8   He aquí yo iré al oriente, y Él no estará allí; y al occidente, y no lo percibiré:
  9   Si al norte Él actuare, yo no lo veré; al sur se esconderá, y no lo veré.
  10   Mas Él conoce el camino donde voy; me probará, y saldré como oro.
  11   Mis pies han seguido sus pisadas; guardé su camino, y no me aparté.
  12   Del mandamiento de sus labios nunca me separé; guardé las palabras de su boca más que mi comida.
  13   Pero si Él determina una cosa, ¿quién le hará desistir? Lo que su alma desea, eso hace.
  14   Él, pues, acabará lo que ha determinado de mí: y muchas cosas como éstas hay en Él.
  15   Por lo cual yo me espanto en su presencia; cuando lo considero, tengo miedo de Él.
  16   Dios ha enervado mi corazón, y me ha turbado el Omnipotente.
  17   ¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas, ni cubrió con oscuridad mi rostro?

 
Job 24
 
  1   Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?
  2   Traspasan los términos, roban los ganados, y los apacientan.
  3   Se llevan el asno de los huérfanos; y toman en prenda el buey de la viuda.
  4   Hacen apartar del camino a los menesterosos; y todos los pobres de la tierra se esconden.
  5   He aquí, como asnos monteses en el desierto, salen a su obra madrugando para robar; el desierto es mantenimiento de sus hijos.
  6   En el campo siegan su pasto, y los impíos vendimian la viña ajena.
  7   Al desnudo hacen dormir sin ropa, y que en el frío no tenga cobertura.
  8   Con las avenidas de los montes se mojan, y abrazan las peñas por falta de abrigo.
  9   Quitan el pecho a los huérfanos, y de sobre el pobre toman la prenda.
  10   Al desnudo hacen andar sin ropa, y al hambriento quitan las gavillas.
  11   Dentro de sus paredes exprimen el aceite, pisan los lagares, y mueren de sed.
  12   De la ciudad gimen los hombres, y claman las almas de los heridos de muerte; mas Dios no puso estorbo.
  13   Ellos son los que, rebeldes a la luz, nunca conocieron sus caminos, ni estuvieron en sus veredas.
  14   A la luz se levanta el matador, mata al pobre y al necesitado, y de noche es como ladrón.
  15   El ojo del adúltero aguarda al anochecer, diciendo: No me verá nadie; y disfraza su rostro.
  16   En las tinieblas minan las casas, que de día para sí señalaron; no conocen la luz.
  17   Porque la mañana es para todos ellos como sombra de muerte; si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman.
  18   Son ligeros como la superficie de las aguas; su porción es maldita en la tierra; no andarán por el camino de las viñas.
  19   La sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve; y el sepulcro a los pecadores.
  20   Se olvidará de ellos el seno materno; de ellos sentirán los gusanos dulzura; nunca más habrá de ellos memoria, y como un árbol serán quebrantados los impíos.
  21   A la mujer estéril que no da a luz, afligió; y a la viuda nunca hizo bien.
  22   A los fuertes arrastró con su poder: se levanta, y ninguno está seguro de la vida.
  23   Les da seguridad en que se apoyen, y sus ojos están sobre los caminos de ellos.
  24   Son exaltados por un poco de tiempo, mas desaparecen y son abatidos como todos los demás; serán encerrados, y cortados como cabezas de espigas.
  25   Y si no, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?

 
Job 25
 
  1   Y respondió Bildad suhita, y dijo:
  2   El señorío y el temor están con Él: Él hace paz en sus alturas.
  3   ¿Tienen sus ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz?
  4   ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿O cómo será limpio el que nace de mujer?
  5   He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.
  6   ¿Cuánto menos el hombre que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano?

 
Job 26
 
  1   Y respondió Job, y dijo:
  2   ¿En qué ayudaste al que no tiene fuerza? ¿Cómo has amparado al brazo sin fuerza?
  3   ¿En qué aconsejaste al que no tiene entendimiento, y qué plenitud de sabiduría has dado a conocer?
  4   ¿A quién has anunciado palabras, y de quién es el espíritu que de ti viene?
  5   Cosas inanimadas son formadas debajo de las aguas, y los habitantes de ellas.
  6   El infierno está descubierto delante de Él, y la destrucción no tiene cobertura.
  7   Él extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada.
  8   Ata las aguas en sus nubes, y las nubes no se rompen debajo de ellas.
  9   Él cubre la faz de su trono, y sobre él extiende su nube.
  10   Él cercó con término la superficie de las aguas, hasta el fin de la luz y las tinieblas.
  11   Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan a su reprensión.
  12   Él divide el mar con su poder, y con su entendimiento hiere su arrogancia.
  13   Su Espíritu adornó los cielos; su mano creó la serpiente tortuosa.
  14   He aquí, estas cosas son sólo parte de sus caminos: ¡Mas cuán poco hemos oído de Él! Pero el estruendo de su poder, ¿quién lo puede comprender?

 
Job 27
 
  1   Y reasumió Job su discurso, y dijo:
  2   Vive Dios, el cual ha quitado mi derecho, y el Omnipotente, que amargó el alma mía;
  3   Que todo el tiempo que mi alma esté en mí, y haya hálito de Dios en mis narices,
  4   mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.
  5   Nunca tal acontezca que yo os justifique; hasta que muera no quitaré de mí mi integridad.
  6   Mi justicia tengo asida, y no la cederé: No me reprochará mi corazón en el tiempo de mi vida.
  7   Sea como el impío mi enemigo, y como el inicuo mi adversario.
  8   Porque ¿cuál es la esperanza del impío, por mucho que hubiere robado, cuando Dios requiera su alma?
  9   ¿Oirá Dios su clamor cuando la tribulación sobre él viniere?
  10   ¿Se deleitará en el Omnipotente? ¿Invocará a Dios en todo tiempo?
  11   Yo os enseñaré por la mano de Dios; no esconderé lo que hay para con el Omnipotente.
  12   He aquí que todos vosotros lo habéis visto: ¿Por qué, pues, os hacéis enteramente vanos?
  13   Ésta es para con Dios la porción del impío, y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.
  14   Si sus hijos fueren multiplicados, lo serán para la espada, y sus pequeños no se saciarán de pan;
  15   los que de él quedaren, en muerte serán sepultados; y no llorarán sus viudas.
  16   Aunque amontone plata como polvo, y prepare ropa como el barro;
  17   él la preparará, pero el justo se vestirá de ella, y el inocente repartirá la plata.
  18   Edifica su casa como la polilla, y como la cabaña que hace el guarda.
  19   El rico se acostará, mas no será recogido; abrirá sus ojos, y ya no será.
  20   Se apoderarán de él terrores como aguas; torbellino lo arrebatará de noche.
  21   El viento solano lo levanta, y se va; y tempestad lo arrebatará de su lugar.
  22   Dios, pues, descargará sobre él, y no perdonará; hará él por huir de su mano.
  23   Batirán sus manos sobre él, y desde su lugar le silbarán.

 
Job 28
 
  1   Ciertamente la plata tiene sus veneros, y el oro lugar donde se refina.
  2   El hierro se saca del polvo, y de la piedra es fundido el bronce.
  3   A las tinieblas puso término, y examina todo a la perfección, las piedras que hay en la oscuridad y en la sombra de muerte.
  4   Brota el torrente de junto al morador, aguas que el pie había olvidado; se secan luego, se van del hombre.
  5   De la tierra nace el pan, y debajo de ella está como convertida en fuego.
  6   Lugar hay cuyas piedras son zafiro, y sus polvos de oro.
  7   Hay senda que el ave no conoce, ni ojo de buitre ha visto;
  8   los cachorros de león no la han pisado, ni el fiero león pasó por ella.
  9   En el pedernal puso su mano, y trastornó de raíz los montes.
  10   De los peñascos cortó ríos, y sus ojos vieron todo lo preciado.
  11   Detuvo los ríos en su nacimiento, e hizo salir a luz lo escondido.
  12   Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
  13   No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes.
  14   El abismo dice: No está en mí: Y el mar dijo: Ni conmigo.
  15   No se dará por oro, ni su precio será a peso de plata.
  16   No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro.
  17   El oro no se le igualará, ni el diamante; ni se cambiará por joyas de oro fino.
  18   No se hará mención de coral ni de perlas: La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.
  19   No se igualará con ella topacio de Etiopía; no se podrá apreciar con oro fino.
  20   ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
  21   Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, y a toda ave del cielo es oculta.
  22   La destrucción y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos.
  23   Dios entiende el camino de ella, y Él conoce su lugar.
  24   Porque Él mira hasta los fines de la tierra, y ve debajo de todo el cielo.
  25   Al dar peso al viento, y poner las aguas por medida;
  26   Cuando Él hizo ley a la lluvia, y camino al relámpago de los truenos:
  27   Entonces la veía Él, y la manifestaba: La preparó y la descubrió también.
  28   Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia.

 
Job 29
 
  1   Volvió Job a tomar su discurso, y dijo:
  2   ¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba,
  3   Cuando su lámpara resplandecía sobre mi cabeza, y por su luz yo caminaba a través de la oscuridad;
  4   Como fui yo en los días de mi juventud, cuando el secreto de Dios estaba en mi tienda;
  5   Cuando el Omnipotente aún estaba conmigo, y mis hijos alrededor de mí;
  6   Cuando lavaba yo mis pasos con leche, y la roca me derramaba ríos de aceite!
  7   Cuando yo salía a la puerta a juicio, cuando en la plaza preparaba mi asiento;
  8   Los jóvenes me veían, y se escondían; y los ancianos se levantaban, y estaban en pie;
  9   Los príncipes detenían sus palabras, ponían la mano sobre su boca;
  10   Los principales guardaban silencio, y su lengua se pegaba a su paladar:
  11   Cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían, me daban testimonio:
  12   Porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que carecía de ayudador.
  13   La bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda daba alegría.
  14   Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi justicia.
  15   Yo era ojos al ciego, y pies al cojo.
  16   A los menesterosos era padre; y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia;
  17   y quebraba los colmillos del inicuo, y de sus dientes hacía soltar la presa.
  18   Y decía yo: En mi nido moriré, y como arena multiplicaré días.
  19   Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecía el rocío.
  20   Mi honra se renovaba en mí, y mi arco se corroboraba en mi mano.
  21   Me oían, y esperaban; y callaban a mi consejo.
  22   Tras mi palabra no replicaban, y mi razón destilaba sobre ellos.
  23   Y me esperaban como a la lluvia, y abrían su boca como a la lluvia tardía.
  24   Si me reía con ellos, no lo creían; y no abatían la luz de mi rostro.
  25   Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba en cabecera; y moraba como rey en el ejército, como el que consuela a los que lloran.

 
Job 30
 
  1   Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo; a cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.
  2   ¿Y de qué me serviría la fuerza de sus manos, si el vigor de ellos ha perecido?
  3   Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto.
  4   Recogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse.
  5   Eran arrojados de entre las gentes, les gritaban como tras el ladrón.
  6   Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las rocas.
  7   Bramaban entre las matas, y se reunían debajo de los espinos.
  8   Hijos de viles, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra.
  9   Y ahora yo soy su canción, y he venido a ser su refrán.
  10   Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
  11   Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
  12   A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, y prepararon contra mí los caminos de su destrucción.
  13   Mi senda desbarataron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador.
  14   Vinieron como por portillo ancho, en mi calamidad, se volvieron contra mí.
  15   Terrores se han vuelto sobre mí; combatieron como viento mi alma, y mi prosperidad pasó como nube
  16   Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se han apoderado de mí.
  17   De noche taladra sobre mí mis huesos, y los que me roen no reposan.
  18   Con grande fuerza es desfigurada mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica.
  19   Me derribó en el lodo, y soy semejante al polvo y a la ceniza.
  20   Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes.
  21   Te has vuelto cruel para mí; con el poder de tu mano me persigues.
  22   Me levantaste, me hiciste cabalgar sobre el viento, y disolviste mi sustancia.
  23   Pues yo sé que me llevarás a la muerte; y a la casa determinada a todo viviente.
  24   Sin embargo Él no extenderá su mano contra el sepulcro; ¿Clamarán los sepultados cuando Él los quebrante?
  25   ¿No lloré yo al afligido? ¿ No se entristeció mi alma sobre el menesteroso?
  26   Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; y cuando esperaba luz, la oscuridad vino.
  27   Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrevenido.
  28   Denegrido ando, y no por el sol; me he levantado en la congregación y he clamado.
  29   He venido a ser hermano de los dragones, y compañero de los búhos.
  30   Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se han quemado del calor.
  31   Y se ha vuelto mi arpa en luto, y mi flauta en voz de lamentadores.

 
Job 31
 
  1   Hice pacto con mis ojos: ¿Cómo, pues, había yo de pensar en virgen?
  2   Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?
  3   ¿No hay quebrantamiento para el impío, y calamidad inesperada para los que obran iniquidad?
  4   ¿No ve Él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
  5   Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,
  6   sea yo pesado en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad.
  7   Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo sucio se apegó a mis manos,
  8   siembre yo y otro coma, y sean desarraigados mis renuevos.
  9   Si mi corazón fue engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo:
  10   Muela para otro mi esposa, y sobre ella otros se encorven.
  11   Porque es maldad e iniquidad, que han de castigar los jueces.
  12   Porque es fuego que devoraría hasta la destrucción, y desarraigaría toda mi hacienda.
  13   Si tuve en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos contendían conmigo,
  14   ¿qué haré yo cuando Dios se levante? Y cuando Él me pida cuentas, ¿qué le responderé yo?
  15   El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?
  16   Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;
  17   Y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano
  18   ( Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda );
  19   Si he visto a alguno perecer por falta de ropa, o al menesteroso sin abrigo;
  20   si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;
  21   si alcé contra el huérfano mi mano, porque vi que me ayudarían en la puerta;
  22   mi hombro se caiga de mi espalda, y mi brazo sea quebrado de mi antebrazo.
  23   Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder.
  24   Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
  25   Si me alegré de que mi riqueza era grande, y de que mi mano había adquirido mucho;
  26   Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
  27   y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano:
  28   Esto también sería maldad que debiera ser castigada por el juez; porque habría negado al Dios soberano.
  29   Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal
  30   ( Ni aun permití que mi lengua pecase, pidiendo maldición para su alma );
  31   si los siervos de mi morada no decían: ¡Oh que nos diese de su carne, pues no estamos saciados!
  32   El extranjero no pasaba afuera la noche; mis puertas abría al caminante.
  33   ¿Acaso encubrí, como Adán mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad,
  34   porque tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta?
  35   ¡Quién me diera alguien que me oyese! He aquí mi deseo es que el Omnipotente me respondiese, y que mi adversario hubiese escrito un libro.
  36   Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
  37   Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me presentaría ante Él.
  38   Si mi tierra clama contra mí, y lloran todos sus surcos;
  39   Si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;
  40   En lugar de trigo me nazcan abrojos, y espinas en lugar de cebada. Terminan las palabras de Job.

 
Job 32
 
  1   Y cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos.
  2   Entonces Eliú hijo de Baraquel, buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se encendió en ira por cuanto él se justificaba más a sí mismo que a Dios. 567
  3   Se encendió asimismo en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job.
  4   Y Eliú había esperado a que Job terminase de hablar, porque ellos eran más viejos que él.
  5   Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió su ira.
  6   Y respondió Eliú hijo de Baraquel, buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros sois ancianos; por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión.
  7   Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría.
  8   Ciertamente espíritu hay en el hombre, y la inspiración del Omnipotente le da entendimiento.
  9   No los grandes son los sabios, ni los viejos entienden el derecho.
  10   Por tanto, yo dije: Escuchadme; también yo declararé lo que pienso.
  11   He aquí yo he esperado a vuestras razones, he escuchado vuestros argumentos, en tanto que buscabais palabras.
  12   Os he prestado atención, y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job, y responda a sus razones.
  13   Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría: Lo derriba Dios, no el hombre.
  14   Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones.
  15   Se espantaron, no respondieron más; se les fueron los razonamientos.
  16   Yo, pues, he esperado, porque no hablaban, antes pararon, y no respondieron más.
  17   Por eso yo también responderé mi parte, también yo declararé mi juicio.
  18   Porque lleno estoy de palabras, y el espíritu dentro de mí me constriñe.
  19   De cierto mi vientre está como el vino que no tiene respiradero, y se rompe como odres nuevos.
  20   Hablaré, pues, y respiraré; abriré mis labios, y responderé.
  21   No haré ahora acepción de personas, ni usaré con hombre alguno de títulos lisonjeros.
  22   Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera en breve mi Hacedor me consumiría.

 
Job 33
 
  1   Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.
  2   He aquí yo abriré ahora mi boca, y mi lengua hablará en mi garganta.
  3   Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán sabiduría pura.
  4   El Espíritu de Dios me hizo, y la inspiración del Omnipotente me dio vida.
  5   Si pudieres, respóndeme: Ordena tus palabras delante de mí, ponte de pie.
  6   Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho: Yo también del barro soy formado.
  7   He aquí que mi terror no te espantará, ni mi mano se agravará sobre ti.
  8   De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían:
  9   Yo soy limpio y sin defecto; y soy inocente, y no hay maldad en mí.
  10   He aquí que Él buscó causas contra mí, y me tiene por su enemigo;
  11   Puso mis pies en el cepo, y vigiló todas mis sendas.
  12   He aquí en esto no has hablado justamente: Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
  13   ¿Por qué tomaste pleito contra Él? Porque Él no da cuenta de ninguna de sus razones.
  14   Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; mas el hombre no entiende.
  15   Por sueño de visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho;
  16   Entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo;
  17   Para quitar al hombre de su obra, y apartar del varón la soberbia.
  18   Él libra su alma de la fosa, y su vida de perecer a espada.
  19   También sobre su cama es castigado con dolor fuerte en todos sus huesos,
  20   que le hace que su vida aborrezca el pan, y su alma la comida suave.
  21   Su carne desfallece hasta no verse, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
  22   Y su alma se acerca al sepulcro, y su vida a los que causan la muerte.
  23   Si hubiese con él un elocuente mediador, uno entre mil, que anuncie al hombre su deber;
  24   Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención:
  25   Su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud.
  26   Orará a Dios, y Éste se agradará de él, y él verá su faz con júbilo. Porque Él restituirá al hombre su justicia.
  27   Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado;
  28   Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro, y su vida mirará la luz.
  29   He aquí, todas estas cosas hace Dios, dos y tres veces con el hombre;
  30   Para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
  31   Escucha, Job, y óyeme; calla, y yo hablaré.
  32   Si tienes algo qué decir, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar.
  33   Y si no, óyeme tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría.

 
Job 34
 
  1   Además respondió Eliú, y dijo:
  2   Oíd, sabios, mis palabras; y vosotros, doctos, estadme atentos.
  3   Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta la comida.
  4   Escojamos para nosotros el juicio, conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno;
  5   Porque Job ha dicho: Yo soy justo, y Dios me ha quitado mi derecho.
  6   ¿He de mentir yo contra mi razón? Mi herida es incurable sin haber yo transgredido.
  7   ¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua?
  8   Y va en compañía con los que obran iniquidad, y anda con los hombres malignos.
  9   Porque ha dicho: De nada sirve al hombre deleitarse a sí mismo en Dios.
  10   Por tanto, varones entendidos, oídme; lejos esté de Dios la impiedad, y del Omnipotente la iniquidad.
  11   Porque Él pagará al hombre según su obra, y Él le hará hallar conforme a su camino.
  12   Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho.
  13   ¿Quién le dio autoridad sobre la tierra? ¿O quién puso en orden todo el mundo?
  14   Si Él pusiese sobre el hombre su corazón, y recogiese a sí su espíritu y su aliento,
  15   toda carne perecería juntamente, y el hombre se tornaría en polvo.
  16   Si tienes entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras.
  17   ¿Gobernará el que aborrece juicio? ¿Y condenarás tú al que es tan justo?
  18   ¿Se dirá al rey: Perverso; Y a los príncipes: Impíos?
  19   ¿ Cuánto menos a Aquel que no hace acepción de personas de príncipes, ni respeta al rico más que al pobre? Porque todos son obras de sus manos.
  20   En un momento morirán, y a medianoche se alborotarán los pueblos, y pasarán, y sin mano será quitado el poderoso.
  21   Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos.
  22   No hay tinieblas ni sombra de muerte donde se oculten los que obran maldad.
  23   No carga, pues, Él al hombre más de lo justo, para que vaya con Dios a juicio.
  24   Él quebrantará a los fuertes sin indagación, y pondrá a otros en lugar de ellos.
  25   Por tanto Él hará notorias las obras de ellos, cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados.
  26   Como a malos los herirá en lugar donde sean vistos:
  27   Por cuanto así se apartaron de Él, y no consideraron ninguno de sus caminos;
  28   haciendo venir delante de Él el clamor del pobre, y que oiga el clamor de los necesitados.
  29   Si Él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
  30   Haciendo que no reine el hombre hipócrita para vejaciones del pueblo.
  31   De seguro conviene que se diga a Dios: He llevado ya castigo, no ofenderé ya más.
  32   Enséñame tú lo que yo no veo; Si hice mal, no lo haré más.
  33   ¿Ha de ser eso según tu mente? Él te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo; por tanto, habla lo que sabes.
  34   Que los hombres de entendimiento me hablen, y el hombre sabio me oirá:
  35   Job habla sin entendimiento, y sus palabras no son con sabiduría.
  36   Deseo yo que Job sea probado ampliamente, a causa de sus respuestas por los hombres inicuos.
  37   Porque a su pecado añadió rebelión; bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.

 
Job 35
 
  1   Y procediendo Eliú en su razonamiento, dijo:
  2   ¿Piensas que es correcto esto que dijiste: Más justo soy yo que Dios?
  3   Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacarás tú de ello? ¿O qué provecho tendré de no haber pecado?
  4   Yo te responderé razones, y a tus compañeros contigo.
  5   Mira a los cielos, y ve, y considera que las nubes son más altas que tú.
  6   Si pecares, ¿qué habrás hecho contra Él? Y si tus transgresiones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?
  7   Si fueres justo, ¿qué le darás a Él? ¿O qué recibirá de tu mano?
  8   Al hombre como tú dañará tu impiedad, y al hijo del hombre aprovechará tu justicia.
  9   A causa de la multitud de las violencias clamarán, y se lamentarán por el poderío de los grandes.
  10   Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor, que da canciones en la noche,
  11   que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace sabios más que las aves del cielo?
  12   Allí clamarán, pero Él no oirá, por la soberbia de los malos.
  13   Ciertamente Dios no oirá la vanidad, ni la mirará el Omnipotente.
  14   Aunque digas: No lo mirará; el juicio está delante de Él, espera pues, en Él.
  15   Mas ahora, porque en su ira no visita, ni considera con rigor,
  16   por eso Job abre su boca vanamente, y multiplica palabras sin sabiduría.

 
Job 36
 
  1   Y añadió Eliú, y dijo:
  2   Espérame un poco, y te enseñaré; porque todavía tengo razones de parte de Dios.
  3   Traeré mi saber desde lejos, y atribuiré justicia a mi Hacedor.
  4   Porque de cierto no son mentira mis palabras; contigo está el que es íntegro en sus conceptos.
  5   He aquí que Dios es poderoso, mas no desestima a nadie; es poderoso en fuerza y sabiduría.
  6   No otorgará vida al impío, y a los afligidos dará su derecho.
  7   No quitará sus ojos del justo; antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre, y serán exaltados.
  8   Y si estuvieren aprisionados en grillos, y atrapados en cuerdas de aflicción,
  9   entonces Él les mostrará la obra de ellos, y que prevalecieron sus transgresiones.
  10   Despierta además el oído de ellos para la corrección, y les dice que se conviertan de la iniquidad.
  11   Si oyeren, y le sirvieren, acabarán sus días en bienestar, y sus años en contentamiento.
  12   Pero si no oyeren, serán pasados a espada, y perecerán sin sabiduría.
  13   Mas los hipócritas de corazón acumulan ira, y no clamarán cuando Él los atare.
  14   Fallecerá el alma de ellos en su juventud, y su vida entre los sodomitas.
  15   Al pobre librará de su pobreza, y en la aflicción despertará su oído.
  16   Asimismo te apartará de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro; y te aderezará mesa llena de grosura.
  17   Mas tú has llenado el juicio del impío, en vez de sustentar el juicio y la justicia.
  18   Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, el cual no puedas apartar de ti con gran rescate.
  19   ¿Hará Él estima de tus riquezas, o del oro, o de todas las fuerzas del poder?
  20   No anheles la noche, en que desaparecen los pueblos de su lugar.
  21   Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad; pues ésta escogiste más bien que la aflicción.
  22   He aquí que Dios es excelso en su poder; ¿Qué enseñador semejante a Él?
  23   ¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Has hecho iniquidad?
  24   Acuérdate de engrandecer su obra, la cual contemplan los hombres.
  25   Los hombres todos la ven; la mira el hombre de lejos.
  26   He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos; ni se puede rastrear el número de sus años.
  27   Él reduce las gotas de las aguas, al derramarse la lluvia según el vapor;
  28   Las cuales destilan las nubes, goteando en abundancia sobre los hombres.
  29   ¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes, o el sonido estrepitoso de su tabernáculo?
  30   He aquí que sobre él extiende su luz, y cobija con ella las profundidades del mar.
  31   Bien que por esos medios castiga a los pueblos, Él da sustento en abundancia.
  32   Con las nubes encubre la luz, y le manda no brillar, interponiendo aquéllas.
  33   Tocante a ella anunciará el trueno, su compañero, que hay acumulación de ira sobre el que se eleva.

 
Job 37
 
  1   Ante esto también tiembla mi corazón, y salta de su lugar.
  2   Oíd atentamente el estruendo de su voz, y el sonido que sale de su boca.
  3   Debajo de todos los cielos lo dirige, y su luz hasta los fines de la tierra.
  4   Después del estruendo ruge su voz, truena Él con la voz de su majestad; y aunque sea oída su voz, no los detiene.
  5   Truena Dios maravillosamente con su voz; Él hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
  6   Porque a la nieve dice: Desciende a la tierra; también a la llovizna, y al aguacero torrencial de su fortaleza.
  7   Él sella la mano de todo hombre, para que los hombres todos reconozcan su obra.
  8   Las bestias entran en su escondrijo, y se quedan en sus moradas.
  9   Del sur viene el torbellino, y el frío de los vientos del norte.
  10   Por el soplo de Dios se da el hielo, y el ancho de las aguas es confinado.
  11   Regando también llega a disipar la densa nube, y con su luz esparce la niebla.
  12   Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, para hacer sobre la faz del mundo, en la tierra, lo que Él les mande.
  13   Unas veces por azote, otras por causa de su tierra, otras por misericordia las hará venir.
  14   Escucha esto, Job; Detente, y considera las maravillas de Dios.
  15   ¿Sabes tú cuándo Dios las pone en concierto, y hace resplandecer la luz de su nube?
  16   ¿Sabes tú las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría?
  17   ¿Por qué están calientes tus ropas cuando Él aquieta la tierra con el viento del sur?
  18   ¿Extendiste tú con Él los cielos, firmes como un espejo sólido?
  19   Muéstranos qué le hemos de decir; porque nosotros no podemos ordenar nuestras ideas a causa de las tinieblas.
  20   ¿Será preciso contarle cuando yo hablare? Por más que el hombre razone, quedará como abismado.
  21   Y ahora no se puede mirar la luz esplendente en los cielos, luego que pasa el viento y los limpia,
  22   viniendo de la parte del norte la dorada claridad. En Dios hay una majestad terrible.
  23   Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder; y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.
  24   Lo temerán por tanto los hombres: Él no estima a ninguno que se cree ser sabio de corazón.

 
Job 38
 
  1   Y respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:
  2   ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?
  3   Ciñe ahora como varón tus lomos; yo te preguntaré, y respóndeme tú.
  4   ¿Dónde estabas cuando yo fundé la tierra? Házmelo saber, si tienes conocimiento.
  5   ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
  6   ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
  7   cuando las estrellas del alba juntas alababan, y todos los hijos de Dios daban gritos de gozo?
  8   ¿ Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba como saliendo del vientre;
  9   cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad;
  10   y establecí sobre él mi decreto, y le puse puertas y cerrojo,
  11   y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y aquí parará la soberbia de tus olas?
  12   ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
  13   para que ocupe los fines de la tierra, y que sean sacudidos de ella los impíos?
  14   Ella muda como barro bajo el sello, y viene a estar como con vestidura:
  15   Mas la luz de los impíos es quitada de ellos, y el brazo enaltecido es quebrantado.
  16   ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo?
  17   ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, y has visto las puertas de la sombra de muerte?
  18   ¿Has considerado tú la anchura de la tierra? Declara si sabes todo esto.
  19   ¿Por dónde está el camino a donde mora la luz, y dónde está el lugar de las tinieblas,
  20   para que las lleves a sus términos, y entiendas las sendas de su casa?
  21   ¿ Lo sabes tú, porque entonces ya habías nacido, o porque es grande el número de tus días?
  22   ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, o has visto los tesoros del granizo,
  23   lo cual tengo reservado para el tiempo de angustia, para el día de la guerra y de la batalla?
  24   ¿Por qué camino se reparte la luz, y se esparce el viento solano sobre la tierra?
  25   ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos,
  26   haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre,
  27   para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba?
  28   ¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
  29   ¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
  30   Las aguas se endurecen a manera de piedra, y se congela la faz del abismo.
  31   ¿Podrás tú atar las delicias de las Pléyades, o desatarás las ligaduras del Orión?
  32   ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?
  33   ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
  34   ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, para que te cubra muchedumbre de aguas?
  35   ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
  36   ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio a la mente la inteligencia?
  37   ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,
  38   cuando el polvo se ha convertido en dureza, y los terrones se han pegado unos con otros?
  39   ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Y saciarás el hambre de los leoncillos,
  40   cuando están echados en sus cuevas, o se están en sus guaridas para acechar?
  41   ¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, bullendo de un lado a otro por falta de comida?

 
Job 39
 
  1   ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miras tú las ciervas cuando están pariendo?
  2   ¿Puedes tú contar los meses de su preñez, y sabes el tiempo cuando han de parir?
  3   Se encorvan, hacen salir sus crías, pasan sus dolores.
  4   Sus crías están sanas, crecen con el pasto: Salen y no vuelven a ellas.
  5   ¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
  6   Al cual yo puse casa en la soledad, y sus moradas en lugares estériles.
  7   Se burla de la multitud de la ciudad; no oye las voces del arriero.
  8   Lo oculto de los montes es su pasto, y anda buscando todo lo que está verde.
  9   ¿Querrá el unicornio servirte a ti, o quedar en tu pesebre?
  10   ¿Atarás tú al unicornio con coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?
  11   ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza, y le fiarás tu labor?
  12   ¿Fiarás de él para que recoja tu semilla y la junte en tu era?
  13   ¿ Diste tú hermosas alas al pavo real, o alas y plumas al avestruz?
  14   El cual desampara en la tierra sus huevos, y sobre el polvo los calienta,
  15   y se olvida de que los pisará el pie, y que los quebrará bestia del campo.
  16   Se endurece para con sus crías, como si no fuesen suyas, no temiendo que su trabajo haya sido en vano;
  17   Porque le privó Dios de sabiduría, y no le dio inteligencia.
  18   Luego que se levanta en alto, se burla del caballo y de su jinete.
  19   ¿Diste tú al caballo su fuerza? ¿Vestiste tú su cuello de crines?
  20   ¿Le intimidarás tú como a alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable:
  21   Escarba la tierra, se alegra en su fuerza, sale al encuentro de las armas:
  22   Hace burla del espanto, y no teme, ni vuelve el rostro delante de la espada.
  23   Contra él suena la aljaba, el hierro de la lanza y de la jabalina;
  24   Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, sin importarle el sonido de la trompeta;
  25   Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y el vocerío.
  26   ¿Vuela el halcón por tu sabiduría, y extiende hacia el sur sus alas?
  27   ¿Se remonta el águila por tu mandamiento, y pone en alto su nido?
  28   Ella habita y mora en la roca, en la cumbre de la peña, en lugar seguro.
  29   Desde allí acecha la presa; sus ojos observan de muy lejos.
  30   Sus polluelos chupan la sangre; y donde hubiere cadáveres, allí está ella.

 
Job 40
 
  1   Además respondió Jehová a Job y dijo:
  2   ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto.
  3   Y respondió Job a Jehová, y dijo:
  4   He aquí que yo soy vil, ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.
  5   Una vez hablé, mas no responderé: Aun dos veces, pero no añadiré más.
  6   Entonces respondió Jehová a Job desde el torbellino, y dijo:
  7   Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me lo declararás.
  8   ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?
  9   ¿Tienes tú un brazo como Dios? ¿Y tronarás tú con voz como Él?
  10   Atavíate ahora de majestad y de alteza; y vístete de honra y de hermosura.
  11   Esparce el furor de tu ira; y mira a todo arrogante, y abátelo.
  12   Mira a todo soberbio, y humíllalo, y quebranta a los impíos en su sitio.
  13   Encúbrelos a todos en el polvo, venda sus rostros en la oscuridad;
  14   Y yo también te confesaré que podrá salvarte tu diestra.
  15   He aquí ahora behemot, al cual yo hice contigo; hierba come como buey.
  16   He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos, y su vigor en el ombligo de su vientre.
  17   Su cola mueve como un cedro, y los nervios de sus genitales están entretejidos.
  18   Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro.
  19   Él es el principal de los caminos de Dios: El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque.
  20   Ciertamente los montes producen hierba para él; y toda bestia del campo retoza allá.
  21   Se echará debajo de las sombras, en lo oculto de las cañas, y de los lugares húmedos.
  22   Los árboles sombríos lo cubren con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean.
  23   He aquí que él bebe un río, y no se inmuta; y confía que puede pasarse el Jordán por su boca.
  24   Lo toma con sus ojos; su nariz atraviesa el lazo.

 
Job 41
 
  1   Sacarás tú al leviatán con el anzuelo, o con la cuerda que le eches en su lengua?
  2   ¿Pondrás tú garfio en sus narices, y horadarás con espina su quijada?
  3   ¿Multiplicará él ruegos para contigo? ¿Te hablará él lisonjas?
  4   ¿Hará pacto contigo? ¿Le tomarás por siervo para siempre?
  5   ¿Jugarás tú con él como con pájaro, o lo atarás para tus niñas?
  6   ¿Harán de él banquete los compañeros? ¿Lo repartirán entre los mercaderes?
  7   ¿Cortarás tú con cuchillo su piel, o con arpón de pescadores su cabeza?
  8   Pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla, y no lo volverás a hacer.
  9   He aquí que la esperanza acerca de él será burlada; porque aun a su sola vista se desmayarán.
  10   Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?
  11   ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo se lo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
  12   Yo no callaré en cuanto a sus miembros, ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.
  13   ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se acercará a él con freno doble?
  14   ¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Las hileras de sus dientes espantan.
  15   Sus escamas son su orgullo, cerradas entre sí estrechamente.
  16   La una se junta con la otra, que viento no entra entre ellas.
  17   Unidas están la una a la otra, están trabadas entre sí, que no se pueden separar.
  18   Con sus estornudos encienden lumbre, y sus ojos son como los párpados del alba.
  19   De su boca salen hachas de fuego, centellas de fuego proceden.
  20   De sus narices sale humo, como de una olla o caldero que hierve.
  21   Su aliento enciende los carbones, y de su boca sale llama.
  22   En su cerviz mora la fortaleza, y se esparce el desaliento delante de él.
  23   Las partes más flojas de su carne están apretadas: Están en él firmes, y no se mueven.
  24   Su corazón es firme como una piedra, y fuerte como la muela de abajo.
  25   De su grandeza tienen temor los fuertes, y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.
  26   Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.
  27   El hierro estima por paja, y el acero por leño podrido.
  28   Saeta no le hace huir; las piedras de honda se le tornan paja.
  29   Tiene toda arma por hojarascas, y del blandir de la jabalina se burla.
  30   Por debajo tiene agudas conchas; Imprime su agudeza en el suelo.
  31   Hace hervir como una olla el profundo mar, y lo torna como una olla de ungüento.
  32   En pos de sí hace resplandecer la senda, que parece que el abismo sea cano.
  33   No hay sobre la tierra semejante a él, que es hecho libre de temor.
  34   Menosprecia toda cosa alta: Es rey sobre todos los soberbios.

 
Job 42
 
  1   Y respondió Job a Jehová, y dijo:
  2   Yo sé que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
  3   ¿Quién es el que oscurece el consejo sin conocimiento? Por tanto yo hablaba lo que no entendía; cosas muy maravillosas para mí, que yo no sabía.
  4   Oye te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás.
  5   De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.
  6   Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y en ceniza.
  7   Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job.
  8   Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros con afrenta, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job.
  9   Fueron, pues, Elifaz temanita, y Bildad suhita, y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo: y Jehová atendió a Job.
  10   Y mudó Jehová la aflicción de Job, orando él por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.
  11   Y vinieron a él todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero, y un zarcillo de oro.
  12   Y bendijo Jehová la postrimería de Job más que su principio; porque tuvo catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil yuntas de bueyes, y mil asnas.
  13   Y tuvo siete hijos y tres hijas.
  14   Y llamó el nombre de la primera, Jemima, y el nombre de la segunda, Cesia, y el nombre de la tercera, Keren-hapuc.
  15   Y en toda la tierra no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.
  16   Y después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.
  17   Y murió Job, viejo y lleno de días.